Progresión temática
Prof. Marina Menéndez
Antes de comenzar, revisemos algunos conceptos clave de la lectura y la escritura. Un texto es una unidad de sentido: es una unidad porque constituye en sí mismo un mensaje completo que comunica un sentido. Un texto puede ser tanto una sola palabra (como los carteles “Silencio” en los hospitales), una frase (“Descienda por la puerta trasera”), una noticia, un ensayo, una novela, etcétera. Entonces, olvidemos esa errónea definición que dice que un texto es un conjunto de palabras. Si recortamos palabras y las pegamos una detrás de la otra, tendremos un conjunto de palabras, una secuencia incoherente o un poema dadaísta. Pero no un texto creado con la intención de transmitir un sentido. Un texto tampoco es un “conjunto de oraciones”.
Un texto es un entramado de ideas conectadas. Un texto está constituido por ideas que forman un todo coherente. El sentido de un texto se construye a través del encadenamiento lógico de ideas. El desarrollo de las ideas en torno a un tema o asunto presenta una estructura (en toda estructura hay una lógica, un orden… que no hay en un “conjunto”). A esa estructura se la denomina macroestructura o estructura global del texto. Las ideas, que podemos empezar a llamar proposiciones, se expresan en oraciones. Las proposiciones se van encadenando a través de diversos tipos de conexiones. Estas conexiones pueden ser temporales (principalmente en los textos narrativos) o lógicas (causa-consecuencia, problema-solución, generalización-excepción, contraste, comparación, etc.). En un texto lingüístico (oral o escrito) ese encadenamiento lógico, esa conexión entre ideas se desarrolla de manera lineal. Ese desarrollo de las ideas implica que a medida que vamos leyendo un texto, vamos incorporando información y vamos comprendiendo el sentido que el autor nos quiere comunicar.
La información que voy adquiriendo mientras leo se transforma en información ya conocida a medida que avanzo en el texto. Esta sucesión entre la información ya conocida o dada y la información nueva (que una vez incorporada se transformará en información conocida) se denomina progresión temática. Desde una perspectiva semántica, denominamos tema a la información conocida y rema a la información nueva. A un mismo tema podemos añadir uno o varios remas. Veamos un ejemplo:
La torre Eiffel tiene 330 metros de alto
Suponiendo que el lector ha oído hablar de la torre Eiffel y que solo sabe que se encuentra en París, la información nueva (el rema) es que mide 330 metros.
La torre Eiffel tiene 330 metros de alto y fue inaugurada en 1889.
En este caso tenemos un tema (la torre Eiffel) y dos remas: que mide 330 metros y que fue inaugurada en 1889.
La torre Eiffel, construida por el ingeniero Gustave Eiffel, tiene 330 metros de alto y fue inaugurada en 1889.
Aquí, se suma otro rema: la construyó el ingeniero francés Gustave Eiffel.
La estructura semántica (es decir, de sentido) que tenemos hasta el momento se puede graficar así:
Añadimos información:
La torre Eiffel, construida por el ingeniero Gustave Eiffel, tiene 330 metros de alto y fue inaugurada en 1889, año del centenario de la Revolución Francesa.
Aquí, un rema (1889) se convierte en tema (información conocida) sobre el que se informa algo nuevo (rema): en 1889 se cumplieron 100 años de la Revolución Francesa.
Algunos autores prefieren los conceptos de tópico y comento en vez de tema y rema respectivamente.
Muchas veces el tema coincide con el sujeto de la oración y el o los remas con las partes del predicado pero no siempre es así. En español y en la mayoría de los idiomas, la estructura típica de una oración es Sujeto-Verbo-Objeto (SVO): “Juan visitó a su tía”. Pero si quisiéramos destacar que Juan visitó a su tía y no, por ejemplo, a su primo, podemos colocar esa información al comienzo. Existen procedimientos sintácticos que nos permiten frontalizar (es decir, colocar al principio de la oración) información nueva: “A su tía, visitó Juan”. En este caso el tema (Juan) está al final mientras el rema (visitó a su tía) se ha movido al comienzo.
Mac Carthy y Carter destacan la importancia de analizar la progresión temática para establecer la coherencia de un texto, ya sea que estemos leyendo o corrigiendo un texto propio. Señalan, por ejemplo, que si marcamos en un texto los temas de la progresión temática podremos saber de qué se trata un texto. Veamos un fragmento de esta entrada:
Con solo echarle un vistazo, sabremos que ese párrafo habla sobre el texto, el sentido, el desarrollo de las ideas, etcétera. Marquemos ahora temas y remas en ese fragmento:
Y el esquema de contenido quedaría más o menos así:
Como podemos observar, la progresión temática de un texto nos ayuda a detectar los conceptos clave, captar las conexiones entre ideas, realizar un esquema de contenido (o mapa conceptual), comprenderlo e interpretarlo. Considero que los docentes que enseñamos a escribir, en la secundaria, en la universidad o en ámbitos profesionales, deberíamos explicar qué son y cómo se materializan en un texto la coherencia, las conexiones (lógicas o temporales) y la progresión temática para que sean internalizadas como herramienta útil para la lectura y la escritura.
Bibliografía
Calsamiglia, H. y Tusón, A. Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso. Barcelona, Ariel, 1999.
Mc Carthy, M. y Carter, M.A. (1994) Language as Discourse. Perspectives for Language Teaching. Harlow: Longman.
Van Dijk, T. A. Estructuras y funciones del discurso. Madrid, Siglo XXI, 1980.
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