Marionetas S.A, Bradbury


Para introducirnos en la literatura de ficción científica ( o «ciencia-ficción», que es una mala traducción del inglés science-fiction), un cuento de Ray Bradbury.

Pueden descargar el cuento en pdf haciendo clic acá Bradbury-Marionetas SA.

 

Marionetas S.A.”, de Ray Bradbury

En El hombre ilustrado (1950)

Traducción al español de Francico Abelenda

 

Caminaban lentamente por la calle, a eso de las diez de la noche, hablando con

tranquilidad. No tenían más de treinta y cinco años. Estaban muy serios.

-Pero ¿por qué tan temprano? -dijo Smith.

-Porque sí -dijo Braling.

-Tu primera salida en todos estos años y te vuelves a casa a las diez.

-Nervios, supongo.

-Me pregunto cómo te las habrás ingeniado. Durante diez años he tratado de sacarte a beber una copa. Y hoy, la primera noche, quieres volver en seguida.

-No tengo que abusar de mi suerte -dijo Braling.

-Pero, ¿qué has hecho? ¿Le has dado un somnífero a tu mujer?

-No. Eso sería inmoral. Ya verás.

Doblaron la esquina.

-De veras, Braling, odio tener que decírtelo, pero has tenido mucha paciencia con ella.

Tu matrimonio ha sido terrible.

-Yo no diría eso.

-Nadie ignora cómo consiguió casarse contigo. Allá, en 1979, cuando ibas a salir para Río.

-Querido Río. Tantos proyectos y nunca llegué a ir.

-Y cómo ella se desgarró la ropa, y se desordenó el cabello, y te amenazó con llamar a la policía si no te casabas con ella.

-Siempre fue un poco nerviosa, Smith, entiéndelo.

-Había algo más. Tú no la querías. Se lo dijiste, ¿no es así?

-En eso siempre fui muy firme.

-Pero sin embargo te casaste.

-Tenía que pensar en mi empleo, y también en mi madre, y en mi padre. Una cosa así hubiese terminado con ellos.

-Y han pasado diez años.

-Sí -dijo Braling, mirándolo serenamente con sus ojos grises-. Pero creo que todo va a cambiar. Mira.

Braling sacó un largo billete azul.

-¡Cómo! ¡Un billete para Río! ¡El cohete del jueves!

-Sí, al fin voy a hacer mi viaje.

-¡Es maravilloso! Te lo mereces de veras. Pero, ¿y tu mujer, no se opondrá? ¿No te hará una escena?

Braling sonrió nerviosamente.

-No sabe que me voy. Volveré de Río de Janeiro dentro de un mes y nadie habrá

notado mi ausencia, excepto tú.

Smith suspiró.

-Me gustaría ir contigo.

-Pobre Smith, tu matrimonio no ha sido precisamente un lecho de rosas, ¿eh?

-No, exactamente. Casado con una mujer que todo lo exagera. Es decir, después de

diez años de matrimonio, ya no esperas que tu mujer se te siente en las rodillas dos horas todas las noches; ni que te llame al trabajo doce veces al día, ni que te hable en media lengua. Y parece como si en este último mes se hubiese puesto todavía peor. Me pregunto si no será una simple.

-Ah, Smith, siempre el mismo conservador. Bueno, llegamos a mi casa. ¿Quieres

conocer mi secreto? ¿Cómo pude salir esta noche?

-Me gustaría saberlo.

-Mira allá arriba -dijo Braling.

Los dos hombres se quedaron mirando el aire oscuro.

En una ventana del segundo piso apareció una sombra. Un hombre de treinta y cinco años, de sienes canosas, ojos tristes y grises y bigote minúsculo se asomó y miró hacia abajo.

-Pero, cómo, ¡eres tú! -gritó Smith.

-¡Chist! ¡No tan alto!

Braling agitó una mano.

El hombre respondió con un ademán y desapareció.

-Me he vuelto loco -dijo Smith.

-Espera un momento.

Los hombres esperaron.

Se abrió la puerta de calle y el alto caballero de los finos bigotes y los ojos tristes salió cortésmente a recibirlos.

-Hola, Braling -dijo.

-Hola, Braling Dos-dijo Braling.

Eran idénticos.

Smith abría los ojos.

-¿Es tu hermano gemelo? No sabía que…

-No, no -dijo Braling serenamente-. Inclínate. Pon el oído en el pecho de Braling Dos.

Smith titubeó un instante y al fin se inclinó y apoyó la cabeza en las impasibles

costillas.

Tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic.

-¡Oh, no! ¡No puede ser!

-Es.

-Déjame escuchar de nuevo.

Tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic.

Smith dio un paso atrás y parpadeó, asombrado. Extendió una mano y tocó los brazos tibios y las mejillas del muñeco.

-¿Dónde lo conseguiste?

-¿No está bien hecho?

-Es increíble. ¿Dónde?

-Dale al señor tu tarjeta, Braling Dos.

Braling Dos movió los dedos como un prestidigitador y sacó una tarjeta blanca.

«MARIONETAS, SOCIEDAD ANÓNIMA

Nuevos Modelos de Humanoides Elásticos.

De funcionamiento garantizado.

Desde 7.600 a 15.000 dólares.

Todo de litio.»

-No -dijo Smith.

-Sí -dijo Braling.

-Claro que sí -dijo Braling Dos.

-¿Desde cuándo lo tienes?

-Desde hace un mes. Lo guardo en el sótano, en el cajón de las herramientas. Mi mujer nunca baja, y sólo yo tengo la llave del cajón. Esta noche dije que salía a comprar unos cigarros. Bajé al sótano, saqué a Braling Dos de su encierro, y lo mandé arriba, para que acompañara a mi mujer, mientras yo iba a verte, Smith.

-¡Maravilloso! ¡Hasta huele como tú! ¡Perfume de Bond Street y tabaco Melachrinos!

-Quizás me preocupe por minucias, pero creo que me comporto correctamente. Al fin y al cabo mi mujer me necesita a mí. Y esta marioneta es igual a mí, hasta el último detalle.

He estado en casa toda la noche. Estaré en casa con ella todo el mes próximo. Mientras tanto otro caballero paseará al fin por Río. Diez años esperando ese viaje. Y cuando yo vuelva de Río, Braling Dos volverá a su cajón.

Smith reflexionó un minuto o dos.

-¿Y seguirá marchando solo durante todo ese mes? -preguntó al fin.

-Y durante seis meses, si fuese necesario. Puede hacer cualquier cosa -comer, dormir, transpirar cualquier cosa, y de un modo totalmente natural. Cuidarás muy bien a mi mujer,

¿no es cierto, Braling Dos?

-Su mujer es encantadora -dijo Braling Dos-. Estoy tomándole cariño.

Smith se estremeció.

-¿Y desde cuándo funciona Marionetas, S. A.?

-Secretamente, desde hace dos años.

-Podría yo… quiero decir, sería posible… -Smith tomó a su amigo por el codo-. ¿Me

dirías dónde puedo conseguir un robot, una marioneta, para mí? Me darás la dirección, ¿no es cierto?

-Aquí la tienes.

Smith tomó la tarjeta y la hizo girar entre los dedos.

-Gracias -dijo-. No sabes lo que esto significa. Un pequeño respiro. Una noche, una vez al mes… Mi mujer me quiere tanto que no me deja salir ni una hora. Yo también la quiero mucho, pero recuerda el viejo poema: «El amor volará si lo dejas; el amor volará si lo atas.» Sólo deseo que ella afloje un poco su abrazo.

-Tienes suerte, después de todo. Tu mujer te quiere. La mía me odia. No es tan

sencillo.

-Oh, Nettie me quiere locamente. Mi tarea consistirá en que me quiera cómodamente.

-Buena suerte, Smith. No dejes de venir mientras estoy en Río. Mi mujer se extrañará si desaparecieras de pronto. Tienes que tratar a Braling Dos, aquí presente, lo mismo que a mí.

-Tienes razón. Adiós. Y gracias.

Smith se fue, sonriendo, calle abajo. Braling y Braling Dos se encaminaron hacia la

casa.

Ya en el ómnibus, Smith examinó la tarjeta silbando suavemente.

«Se ruega al señor cliente que no hable de su compra. Aunque ha sido presentado al

Congreso un proyecto para legalizar Marionetas, S. A., la ley pena aún el uso de los

robots.»

-Bueno -dijo Smith.

«Se le sacará al cliente un molde del cuerpo y una muestra del color de los ojos, labios, cabellos, piel, etc. El cliente deberá esperar dos meses a que su modelo esté terminado.»

No es tanto, pensó Smith. De aquí a dos meses mis costillas podrán descansar al fin de los apretujones diarios. De aquí a dos meses mi mano se curará de esta presión

incesante. De aquí a dos meses mi aplastado labio inferior recobrará su tamaño normal. No quiero parecer ingrato, pero… Smith dio vuelta la tarjeta.

«Marionetas, S. A. funciona desde hace dos años. Se enorgullece de poseer una larga lista de satisfechos clientes. Nuestro lema es «Nada de ataduras.» Dirección: 43 South Wesley.»

El ómnibus se detuvo. Smith descendió, y caminó hasta su casa diciéndose a sí mismo: Nettie y yo tenemos quince mil dólares en el banco. Podría sacar unos ocho mil con la excusa de un negocio. La marioneta me devolverá el dinero, y con intereses. Nettie nunca lo sabrá.

Abrió la puerta de su casa y poco después entraba en el dormitorio. Allí estaba Nettie, pálida, gorda, y serenamente dormida.

-Querida Nettie. -Al ver en la semioscuridad ese rostro inocente, Smith se sintió

aplastado, casi, por los remordimientos-. Si estuvieses despierta me asfixiarías con tus besos y me hablarías al oído. Me haces sentir, realmente, como un criminal. Has sido una esposa tan cariñosa y tan buena. A veces me cuesta creer que te hayas casado conmigo, y no con Bud Chapman, aquel que tanto te gustaba. Y en este último mes has estado todavía más enamorada que antes.

Los ojos se le llenaron de lágrimas. Sintió de pronto deseos de besarla, de confesarle su amor, de hacer pedazos la tarjeta, de olvidarse de todo el asunto. Pero al adelantarse

hacia Nettie sintió que la mano le dolía y que las costillas se le quejaban. Se detuvo, con ojos desolados, y volvió la cabeza. Salió de la alcoba y atravesó las habitaciones oscuras.

Entró canturreando en la biblioteca, abrió uno de los cajones del escritorio, y sacó la

libreta de cheques.

-Sólo ocho mil dólares -dijo-. No más. -Se detuvo-. Un momento.

Hojeó febrilmente la libreta.

-¡Pero cómo! -gritó-. ¡Faltan diez mil dólares! -Se incorporó de un salto-. ¡Sólo quedan cinco mil!

¿Qué ha hecho Nettie? ¿Qué ha hecho con ese dinero? ¿Más sombreros, más

vestidos, más perfumes? ¡Ya sé! ¡Ha comprado aquella casita a orillas del Hudson de la que ha estado hablando durante tantos meses!

Se precipitó hacia el dormitorio, virtuosamente indignado. ¿Qué era eso de disponer así del dinero? Se inclinó sobre su mujer.

-¡Nettie! -gritó-. ¡Nettie, despierta!

Nettie no se movió.

-¡Qué has hecho con mi dinero! -rugió Smith.

Nettie se agitó, ligeramente. La luz de la calle brillaba en sus hermosas mejillas.

A Nettie le pasaba algo. El corazón de Smith latía con violencia. Se le secó la boca. Se estremeció. Se le aflojaron las rodillas.

-¡Nettie, Nettie! -dijo-. ¿Qué has hecho con mi dinero?

Y en seguida, esa idea horrible. Y luego el terror y la soledad. Y luego el infierno, y la

desilusión. Smith se inclinó hacia ella, más y más, hasta que su oreja febril descansó,

firmemente, irrevocablemente, sobre el pecho redondo y rosado.

-¡Nettie! -gritó.

Tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic-tic…

Mientras Smith se alejaba por la avenida, internándose en la noche, Braling y Braling

Dos se volvieron hacia la puerta de la casa.

-Me alegra que él también pueda ser feliz -dijo Braling.

-Sí -dijo Braling Dos distraídamente.

-Bueno, ha llegado la hora del cajón, Braling Dos.

-Precisamente quería hablarle de eso -dijo el otro Braling mientras entraban en la casa-.

El sótano. No me gusta. No me gusta ese cajón.

-Trataré de hacerlo un poco más cómodo.

-Las marionetas están hechas para andar, no para quedarse quietas. ¿Le gustaría

pasarse las horas metido en un cajón?

-Bueno…

-No le gustaría nada. Sigo funcionando. No hay modo de pararme. Estoy perfectamente

vivo y tengo sentimientos.

-Esta vez sólo será por unos días. Saldré para Río y entonces podrás salir del cajón.

Podrás vivir arriba.

clonesBraling Dos se mostró irritado.

-Y cuando usted regrese de sus vacaciones, volveré al cajón.

-No me dijeron que iba a vérmelas con un modelo difícil.

-Nos conocen poco -dijo Braling Dos-. Somos muy nuevos. Y sensitivos. No me gusta

nada imaginarlo al sol, riéndose, mientras yo me quedo aquí pasando frío.

-Pero he deseado ese viaje toda mi vida -dijo Braling serenamente.

Cerró los ojos y vio el mar y las montañas y las arenas amarillas. El ruido de las olas le acunaba la mente. El sol le acariciaba los hombros desnudos. El vino era magnífico.

-Yo nunca podré ir a Río -dijo el otro-. ¿Ha pensado en eso?

-No, yo…

-Y algo más. Su esposa.

-¿Qué pasa con ella? -preguntó Braling alejándose hacia la puerta del sótano.

-La aprecio mucho.

Braling se pasó nerviosamente la lengua por los labios.

-Me alegra que te guste.

-Parece que usted no me entiende. Creo que… estoy enamorado de ella.

Braling dio un paso adelante y se detuvo.

-¿Estás qué?

-Y he estado pensando -dijo Braling Dos- qué hermoso sería ir a Río, y yo que nunca

podré ir…

Y he pensado en su esposa y… creo que podríamos ser muy felices, los dos, yo y ella.

-M-m-muy bien.-Braling caminó haciéndose el distraído hacia la puerta del sótano-.

Espera un momento, ¿quieres? tengo que llamar por teléfono.

Braling Dos frunció el ceño.

-¿A quién?

-Nada importante.

-¿A Marionetas, Sociedad Anónima? ¿Para decirles que vengan a buscarme?

-No, no… ¡Nada de eso!

Braling corrió hacia la puerta. Unas manos dc hierro lo tomaron por los brazos.

-¡No se escape!

-¡Suéltame!

-No.

-¿Te aconsejó mi mujer hacer esto?

-No.

-¿Sospechó algo? ¿Habló contigo? ¿Está enterada?

Braling se puso a gritar. Una mano le tapó la boca.

-No lo sabrá nunca, ¿me entiende? No lo sabrá nunca.

Braling se debatió.

-Ella tiene que haber sospechado. ¡Tiene que haber influido en tí!

-Voy a encerrarlo en el cajón. Luego perderé la llave y compraré otro billete para Río,

para su esposa.

-¡Un momento, un momento! ¡Espera! No te apresures. Hablemos con tranquilidad.

-Adiós, Braling.

Braling se endureció.

-¿Qué quieres decir con «adiós»?

Diez minutos más tarde, la señora Braling abrió los ojos. Se llevó la mano a la mejilla.

Alguien la había besado. Se estremeció y alzó la vista.

-Cómo… No lo hacías desde hace años -murmuró.

-Ya arreglaremos eso -dijo alguien.

 

Un mundo feliz de A. Huxley


Por Marina Menéndez

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Maybe this world is another planet’s hell.  Aldoux Huxley

Bring this savage back home.
Brave New World.Iron Maiden

Se frotó las manos. Porque, desde luego, ellos no se limitaban meramente a incubar
embriones; cualquier vaca podría hacerlo.
—También predestinamos y condicionamos. Decantamos nuestros críos como seres
humanos socializados, como Alfas o Epsilones, como futuros poceros o futuros… —Iba
a decir futuros Interventores Mundiales, pero rectificando a tiempo, dijo— … futuros
Directores de Incubadoras.

La producción en masa exigía este cambio fundamental de
ideas. La felicidad universal mantiene en marcha constante las ruedas, los engranajes;
la verdad y la belleza, no.

Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el
cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar
una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna
por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada en los
actuales estados totalitarios a los Ministerios de Propaganda, los directores de los
periódicos y los maestros de escuela.(…) Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico,
el silencio sobre la verdad. Por el simple procedimiento de no mencionar ciertos temas,
de bajar lo que Mr. Churchill llama un telón de acero entre las masas y los hechos o
argumentos que los jefes políticos consideran indeseables, la propaganda totalitarista
ha influido en la opinión de manera mucho más eficaz de lo que lo hubiese conseguido
mediante las más elocuentes denuncias y las más convincentes refutaciones lógicas.(…) Los más importantes Proyectos Manhattan del
futuro serán vastas encuestas patrocinadas por los gobiernos sobre lo que los políticos
y los científicos que intervendrán en ellas llamarán el problema de la felicidad; en otras
palabras, el problema de lograr que la gente ame su servidumbre.
Un mundo feliz. Huxley

Pueden leer la novela en este enlace.

Un mundo feliz (título original en inglés Brave New World es una novela de ciencia ficción -o ficción científica- escrita por Aldous Huxley (1894-1963)  publicada en 1932. Nacido en Inglaterra y considerado uno de los grandes pensadores del siglo XX, Huxley es también autor del ensayo «Las puertas de la percepción» (The doors of perception, 1954), que inspiró el nombre del legendario grupo de Jim Morrison.

Un mundo feliz presenta una sociedad distópica (ver distopía)del siglo XXV en la que las personas son fabricadas en serie, como los productos de consumo, y predestinadas a cumplir determinadas funciones en la maquinaria social. Para que este engranaje funcione el progreso científico es puesto al servicio del control social y para que el control social funcione se recurre, entre otras estrategias de condicionamiento, a coartar el libre pensamiento del ser humano convirtiéndolo en una máquina productiva, obediente y servicial a la que se ha condicionado para que crea que ama lo que hace y que vive en un mundo perfecto de felicidad.

El amor a la servidumbre sólo puede lograrse como resultado de una revolución profunda, personal, en las mentes y los cuerpos humanos. Para llevar a cabo esta revolución necesitamos, entre otras cosas, los siguientes descubrimientos e inventos. En primer lugar, una técnica mucho más avanzada de la sugestión, mediante el condicionamiento de los infantes y, más adelante, con la ayuda de drogas, tales como la escopolamina. En segundo lugar, una ciencia, plenamente desarrollada, de las diferencias humanas, que permita a los dirigentes gubernamentales destinar a cada
individuo dado a su adecuado lugar en la jerarquía social y económica. (Las clavijas redondas en agujeros cuadrados tienden a alimentar pensamientos peligrosos sobre el sistema social y a contagiar su descontento a los demás.) En tercer lugar (puesto que la realidad, por utópica que sea, es algo de lo cual la gente siente la necesidad de tomarse frecuentes vacaciones), un sustitutivo para el alcohol y los demás narcóticos, algo que sea al mismo tiempo menos dañino y más placentero que la ginebra o la heroína. Y finalmente (aunque éste sería un proyecto a largo plazo, que exigiría generaciones de dominio totalitario para llegar a una conclusión satisfactoria), un sistema de eugenesia a prueba de tontos, destinado a estandardizar el producto humano
y a facilitar así la tarea de los dirigentes. En UN MUNDO FELIZ esta uniformización del producto humano ha sido llevada a un extremo fantástico, aunque quizá no imposible.

Sometidos a la lógica del consumismo, que no satisface necesidades sino que las crea para poder vender un producto (pensemos, por ejemplo, en Coca Cola que ha logrado instaurar en la mente de sus clientes las ganas de tomar Coca Cola independientemente de la necesidad de satisfacer  la sed), los personajes de Un mundo feliz están programados para asociar la diversión y la felicidad con el consumo:

Las prímulas y los paisajes, explicó, tienen un grave defecto: son gratuitos. El amor a la Naturaleza no da quehacer a las fábricas. Se decidió abolir el amor a la Naturaleza, al menos entre las castas más bajas; abolir el amor a la Naturaleza, pero no la tendencia a consumir transporte. Porque, desde luego, era esencial, que siguieran deseando ir al campo, aunque lo odiaran. El problema residía en hallar una razón económica más poderosa para consumir transporte que la mera afición a las prímulas y los paisajes.

La felicidad prefabricada, producto de una mentira que oculta la realidad y embrutece la razón humana:

La gente es feliz; tiene lo que desea, y nunca desea lo que no puede obtener. Está a gusto; está a salvo; nunca está enferma; no teme la muerte; ignora la pasión y la vejez; no hay padres ni madres que estorben; no hay esposas, ni hijos, ni amores excesivamente fuertes. Nuestros hombres están condicionados de modo que apenas pueden obrar de otro modo que como deben obrar.

La historia de la novela se desarrolla en el año 632 después de Ford (d.F.). No es casual que en la novela aparezca este apellido que sustituye a Cristo en el calendario que tomo el nacimiento de Cristo como punto de partida de nuestra era (d.C.). Henry Ford fue el fundador de la compañía de automóviles que lleva su apellido pero además fue el ideólogo de cadenas de producción en serie (si van a estudiar economía o marketing, recuerden que de este empresario estadounidense deriva el fordismo) y propietario de cientos de patentes que concesionaba a través de franquicias.

… es curioso pensar que hasta en los tiempos de Nuestro Ford la mayoría de los juegos se jugaban sin más aparatos que una o dos pelotas, unos pocos palos y a veces una red. Imaginen la locura que representa permitir que la gente se entregue a juegos complicados que en nada aumentan el consumo.

Freud es otro de los personajes históricos que aparecen mencionados en la novela. Recordemos que Freud es el pionero del psicoanálisis y que utilizó la hipnosis en sus tratamientos.

El consumismo, el condicionamiento psicológico, el control social, los avances científicos (especialmente, la clonación) no son los únicos temas que plantea esta gran obra futurista. La libertad es uno de los tópicos medulares de la historia; Bernard Marx, personaje que se rebela contra el sistema y cuyo nombre es una clara alusión a Karl Marx, interroga a su compañera Lenina, cuyo nombre nos remite al líder de la revolución rusa Vladimir Lenin, en estos términos:

Sí, hoy día todo el mundo el feliz. Eso es lo que ya les decimos a los niños a los cinco años. Pero ¿no te gustaría tener la libertad de ser feliz… de otra manera? A tu modo, por ejemplo; no a la manera de todos.

Más adelante, John, el personaje principal, que nació por error de un método anticonceptivo, la clavija redonda en un agujero cuadrado, provoca a sus compañeros durante su rebelión en la Reserva:

—¿Cómo puede gustaros ser esclavos? —decía el Salvaje en el momento en que sus dos amigos entraron en el Hospital—. ¿Cómo puede gustaros ser niños? Sí, niños. Berreando y haciendo pucheros y vomitando —agregó, insultando, llevado por la exasperación ante su bestial estupidez, a quienes se proponía salvar.
Los Deltas le miraban con resentimiento.
—¡Sí, vomitando! —gritó claramente. El dolor y el remordimiento parecían reabsorbidos en un intenso odio todopoderoso contra aquellos monstruos infrahumanos—. ¿No deseáis ser libres y ser hombres? ¿Acaso no entendéis siquiera lo que son la humanidad y la libertad?

La lectura de los clásicos ha sido desterrada del mundo feliz por ser incompatible con la felicidad que este sistema vende, todos los libros publicados antes del 150 d. F habían sido desterrados pero John ha leído a Shakespeare:

Corrían extraños rumores acerca de viejos libros prohibidos ocultos en una arca de seguridad en el despacho del Interventor. Biblias,
poesías…

Es preciso elegir. Nuestra civilización ha elegido el maquinismo, la medicina y la felicidad. Por esto tengo que guardar estos libros encerrados en el arca de seguridad. Resultan indecentes. La gente quedaría asqueada si…

No solo el placer de la literatura sino todo el arte ha sido reemplazado por el sensorama, el cine que también transmite sensaciones físicas. Los habitantes del mundo feliz no tienen tiempo de ocio:

—En la actualidad el progreso es tal que los ancianos trabajan, los ancianos cooperan, los ancianos no tienen tiempo ni ocios que no puedan llenar con el placer, ni un solo momento para sentarse y pensar; y si por desgracia se abriera alguna rendija de tiempo en la sólida sustancia de sus distracciones, siempre queda el soma, el delicioso soma, medio gramo para una tarde de asueto, un gramo para un fin de semana, dos gramos para un viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la luna; y vuelven cuando se sienten ya al otro lado de la grieta, a salvo en la tierra firme del trabajo y la distracción cotidianos, pasando de sensorama a sensorama, de muchacha a muchacha neumática, de Campo de Golf Electromagnético a…

Parece que el tiempo de disfrute personal, de ocio creativo es peligroso: las personas podrían atreverse a pensar y reflexionar… Esta idea nos recuerda otras obras de ciencia-ficción en las que sus autores intentaron abrirnos los ojos sobre los mecanismos de control que dominarían al ser humano y lo convertirían en simples engranajes de una máquina capitalista controlada por unos pocos: 1984 de George Orwell (¿qué pensaría hoy este autor al ver su Big Brother como nombre de un reality show?) y Farenheit 451 de Ray Bradbury.

Intertextualidad:

La película:

La invención de Morel


En el cuarto capítulo de la primera temporada de la serie Lost, el personaje Sawyer aparece leyendo la novela La invención de Morel, escrita en 1940 por el autor argentino Adolfo Bioy Casares. La influencia de la novela de Bioy Casares se puede inferir en varios elementos de la serie estadounidense; por ejemplo, la escotilla de Lost es muy similar y cumple una función análoga a la del Museo en la novela argentina.

Ha ocurrido un milagro: el verano se adelantó…

La trama de la novela gira en torno a un prófugo de la justicia que llega a una isla del Pacífico Sur, donde cree que está solo hasta que descubre a un grupo de personas. Temiendo ser descubierto, los observa sin mostrarse y se da cuenta de que algunas situaciones no son normales. Un encuentro con Morel, un científico que se encuentra en la isla, le dilucidará parte de la verdad acerca de los extraños misterios de la invención de Morel.

Coincidencias… En la serie Lost Sawyer lee la novela de Bioy sentado frente al mar. En La invención de Morel, Faustine también lee frente al mar. ¿Qué estará leyendo Faustine?

Sawyer leyendo La invención de Morel, Faustine leyendo la misma obra de la que es personaje… ¿Han leido el cuento «Continuidad de los parques» de Julio Cortázar? ¿Por qué les pregunto? Porque estas obras literarias plantean un juego de espejos que se prolonga al infinito. Prueben de poner un objeto, un dibujo, una fotografía o cualquier cosa entre dos espejos…. ¿qué sucede?

La intertextualidad está presente entre Lost y la novela de Bioy pero también entre esta y  La isla del Dr. Moreau, escrita por H.G. Wells en 1896. El nombre de Morel es un homenaje a esta novela.

En el Prólogo a La invención de Morel, Jorge Luis Borges dice:

[Adolfo Bioy Casares] Despliega una Odisea de prodigios que no parecen admitir otra clave que la alucinación o que el símbolo, y plenamente los descifra mediante un solo postulado fantástico pero no sobrenatural. […]
Bioy renaueva literariamente un concepto que San Agustín y Orígenes refutaron, que Louis Auguste Blanqui razonó y que dijo con música memorable Dante Gabriel Rossetti:
I have been here before,
But when or how I cannot tell:
I know the grass beyond the door,
The sweet keen smell,
The sighing sound, the lights around the shore…

[He estado aquí antes,

Pero no sé decir cuándo ni cómo:
Conozco el césped más allá de la puerta.
El dulce aroma agradable,
El sonido del suspiro, las luces alrededor de la playa…]

  • Pueden descargar la novela La invención de Morel en este enlace.
  • Pueden descargar la guía de lectura en este enlace.

Un análisis de la obra en este enlace,

Mi alma no ha pasado, aún, a la imagen…

No dejen de leer el artículo «La invención de Morel: defensa para sobrevivientes» de Adolfo Vásquez Rocca

Les recomiendo leer «Bioy Casares, inventor del holograma» por Hugo Burel.

En 1948 el científico húngaro Dennis Gabor, Premio Nobel de Física en 1971, desarrolló la holografía… En agosto de 2010 las empresas Nokia e Intel inauguraron un laboratorio para desarrollar teléfonos móviles que permitan ver imágenes holográficas – o 3D- en sus pantallas.

Si les interesa saber qué libros aparecen en Lost pueden consultar este blog.

Otras novelas de ciencia-ficción relacionadas con la temática:

La máquina del tiempo (1895) de Herbert Georges Wells

Un mundo feliz (1932) de Aldoux Huxley

XYZ (1935) de Clemente Palma

1984 (1948) de George Orwell (que inspiró el reality Big Brother/Gran Hermano)

Farenheit 451 (1953) de Ray Bradbury

La naranja mecánica (1962) de Anthony Burguess

Nunca me abandones (2005) de Kazuo Ishiguro